sábado, 2 de mayo de 2015

Apiterapia

Mi padre contaba como en una ocasión la picadura de una abeja en su mano le curó el dolor y la inflamación que tenía en esta desde hacía algún tiempo. Él intentó conseguir documentación sobre el efecto antiinflamatorio del veneno de la abeja con escasos resultados, pero yo me quedé con la copla. Recientemente, a raíz del testimonio de algunas personas y de haber podido presenciar una sesión de apiterapia con abejas vivas, hemos querido indagar en el tema.
El veneno de la abeja (apitoxina) está formado por al menos 18 componentes con variadas propiedades farmacológicas. A nivel experimental, existe amplia documentación tanto in vitro como in vivo de los efectos antiinflamatorios y citotóxicos de los diferentes componentes de la apitoxina, el principal, la melitina que representa el 50% de todos ellos.

(Tomado de Son et al., Pharmacology & Therapeutics 115 (2007) 246-270)

La obrera de la abeja europea (Apis mellifera), presenta una modificación de su órgano ovopositor que le sirve para inocular veneno para defenderse ella o a su colmena. El aguijón de las abejas es aserrado y ello provoca que al retirarlo, después de picar, las glándulas secretoras del veneno junto con parte de sus intestinos se desprendan de la abeja, lo que conlleva su muerte.
La apitoxina ha sido objeto de estudio en artritis, dolores articulares y diferentes tumores por el efecto citotóxico de la melitina. En 1979, McDonald et al., en un estudio retrospectivo, comprobó que la incidencia de muerte por cáncer en apicultores era significativamente menor que en la población general, en concreto por cáncer de pulmón.
Lee et al., recientemente han realizado una revisión sistemática de la literatura científica sobre el tratamiento con veneno de abeja en la artritis reumatoide (BMJ Open 2014; 4:e006140) encontrando un total de 304 potencialmente relevantes estudios. El problema es que, de todos ellos, solo existe un ensayo clínico aleatorizado controlado doble ciego con una muestra relativamente pequeña (37/32) para dar una fuerte evidencia científica. Pero que la evidencia no se ajuste al rigor científico de los estudios controlados, doble ciego y demás, no resta valor a las observaciones acumuladas de mejoría sintomática del dolor de los procesos inflamatorios que relatan muchos pacientes tras el tratamiento con apitoxina, bien sea purificada o directamente suministrada por la aplicación de una abeja viva.


La sujeción de la abeja por medio de unas pinzas provoca que la abeja se sienta lo suficientemente amenazada como para clavar su aguijón.


En una picadura, una abeja inocula aproximadamente 0,1 mg. de veneno el cual puede rebosar si la picadura no es lo suficientemente profunda, como es el caso de la foto superior.


Posteriormente, hay que proceder a retirar el aguijón con las mismas pinzas que han sujetado a la abeja.
El tratamiento consiste en sesiones semanales con 4 a 6 abejas por sesión dependiendo de la intensidad de los síntomas y la tolerancia del individuo.
Nota 1: Este tratamiento resulta letal para la abeja.
Nota 2: Este tratamiento está absolutamente contraindicado en personas alérgicas al veneno de la abeja.

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